3 de diciembre de 2006







Paucartambo, Perú

Lejos de las manos del hombre y de cualquier civilización está la ventana del mundo, un balcón hecho de montañas y nubes que brinda la mejor vista del amanecer en la tierra.
El sol, que dormía en sábanas de algodón, despierta y se hace imponente pero a la vez totalmente alcanzable. Como si mis dedos pudieran fundirse en el fuego.
La noche vuelve a su cuna y el día entrega nueva vida.
Por fin, el frío se agota y los rayos de luz envuelven el cielo, el horizonte y las montañas. Todo queda lleno de energía.
Los arbustos, plantas y flores quitan de sus hombros la escarcha y se estiran para alcanzar la luz. Lucen sus colores y desfilan frente al sol. Él es su rey, su dios.
Siento especial admiración por la naturaleza, porque es inmensamente perfecta.

1 comentario:

Hector Muñoz Tapia dijo...

Hermosas fotos!! Que afortunada fuiste al presenciar esas vistas!! Y el lente que acompañó para inmortalizarlos. Como que todo conjuró para el momento.

Me hiciste recordar mi viaje a Buenos Aires en bus, para el primer show de La Renga en River. 22 horas de trayecto, y nos tocó ver la puesta de sol en plena llanura argentina. No hay cerros de por medio, sólo pasto. Todo verde. Hermosa vista!

Cariños, Java!!!