3 de diciembre de 2006







Paucartambo, Perú

Lejos de las manos del hombre y de cualquier civilización está la ventana del mundo, un balcón hecho de montañas y nubes que brinda la mejor vista del amanecer en la tierra.
El sol, que dormía en sábanas de algodón, despierta y se hace imponente pero a la vez totalmente alcanzable. Como si mis dedos pudieran fundirse en el fuego.
La noche vuelve a su cuna y el día entrega nueva vida.
Por fin, el frío se agota y los rayos de luz envuelven el cielo, el horizonte y las montañas. Todo queda lleno de energía.
Los arbustos, plantas y flores quitan de sus hombros la escarcha y se estiran para alcanzar la luz. Lucen sus colores y desfilan frente al sol. Él es su rey, su dios.
Siento especial admiración por la naturaleza, porque es inmensamente perfecta.

12 de noviembre de 2006


Cusco, Perú

Todos somos espectadores. Hay que observar para aprender. Darse vuelta para volver a mirar; y analizar, y pensar. Somos espectadores de nuestra vida y de la vida de los otros. Estamos donde tenemos que estar y cuando debemos, queramos o no, la diferencia es que sólo algunos aprovechan su condición. Si observamos y entendemos qué nos dice el mundo, tendremos la oportunidad de crecer, y de avanzar. Por eso, hay que estar atento a las señales.