15 de agosto de 2007



Santiago

"Me preguntais cómo me volví loco. Así sucedió:
Un día, mucho antes de que nacieran muchos dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -sí, las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado y que llevé en siete vidas distintas-...
¡Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quien gritaba y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras...
Así fue como me convertí en un loco.
Y en la locura he hallado la libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser."
(Khalil Gibran)

5 de agosto de 2007



Buenos Aires, Argentina

Ella miraba el pavimento que, de pronto, como si vaciaran un balde desde el cielo, se transformó en un espejo resbalizo. La lluvia fue un refresco en la noche de verano bonarense, un deleite. Era una noche bizarra bajo distintos efectos que colapsaban su visión, su mente, su percepción. En el reflejo veía un incendio monumental, que devoraría las estrellas como lo hizo con la luna. Llovía y no tenía paraguas.

Un rato atrás había visto salsa, qué baile más sensual... la historia del encuentro entre un hombre y una mujer: las manos, los pies, las sombras, todo revuelto, esparcido por el piso, en movimiento, siguiendo las luces. Ella se sintió absorvida por las siluetas, que devoraban la música, deshaciéndose y dejando sólo una estela negra por donde pasaban.

Y ahora estaba allí en plena calle... y llovía, pero todo estaba bien. Con un sobresalto recordó que aún le faltaba mucho por caminar.